martes, 22 de enero de 2013

Doña Helena y Don Marcos se conocieron un octubre, al mes siguiente se casaron...


Acerías Paz del Río era la mejor empresa minera para trabajar en Samacá. Pero Don Marcos no tenía la libreta militar y en esas empresas tan serias piden toda la documentación en orden. Con 27 años se presentó a la Policía para que le dieran su libreta imaginando que por la edad se la darían sin problema, pero salió apto. La cita para presentarse para iniciar su servicio militar era el 11 de noviembre, a menos que... para esa fecha estuviera casado. Pero en dónde iba a encontrar a alguien tan rápido? Muchas mujeres le presentaron en el pueblo, pero no se atrevió a proponerle matrimonio a ninguna. Hasta que un día conoció a Dona Helena. Ella era perfecta, pero Don Marcos no sabía si lo aceptaría. Querría ella casarse con él y tan pronto? 

Iglesia de Samacá, Boyacá

Para sorpresa de Don Marcos, ella aceptó y el mismo 11 de noviembre celebraron la boda. Mientras le daban a Don Marcos su anhelada libreta y así poder entrar a trabajar a Acerías, el trabajaba en una mina de carbón y ella, Doña Helena trabajaba para la Fábrica de Tejidos. El 14 de diciembre siguiente, fecha desafortunada, aún en luna de miel, Don Marcos sufre un grave accidente en la mina. Una roca le fractura su cadera y pierna, y le rompe su vejiga. Muchos días en recuperación y el accidente lo incapacita parcialmente. Sus sueños de entrar a Acerías quedaron frustrados. Doña Helena lo ha cuidado durante estos cuarenta años. Hoy es carnicero, tiene buenas contratas y va cada domingo a la plaza a vender. Doña Helena se pensionó de la fábrica, experta como ninguna en el manejo de todas y cada una de las máquinas que había en ella. 

Antigua Fábrica de Hilados y Tejidos de Samacá, hoy funciona en ella Intextil y la carnicería de Don Marcos y Doña Helena.
Siguen juntos, como pocas parejas, a pesar de la adversidad, disfrutando de Joel, su biznieto que día a día les entretiene con su ternura. Esta historia ocurre en Samacá, un municipio donde el carbón, la cerveza, la fábrica de telas, la ganadería y la agricultura son el pan de cada día. Muchas veces, quienes trabajamos con el Patrimonio olvidamos registrar y valorar las historias que hombres y mujeres han tejido y que constituyen el valor del Patrimonio expresado en edificios y paisajes. Ellos son el espiritu del lugar. 

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